La fuerza fugaz
en la remota espera,
allí donde brota el viento
y el curso de las palabras,
el tiempo seminal
de los espacios mágicos,
la pequeña flor en el alféizar de la tarde,
encontrar el camino junto al mar
la roca frente a la inmensidad
donde las gaviotas ajenas al tiempo
se ríen del movimiento incesante,
donde brota luminosa una intuición,
un verso.
Perseguir así las migajas
que el tiempo va dejando,
pequeños destellos de luz
transformados en palabras
la maravillosa espontaneidad de un presentimiento
que se hace música
que será tiempo bendito entre las manos,
arrullo de hojas
para una tarde de otoño.