La
voracidad del viento
y su
legado húmedo
abierto a
los gritos
rojo
carmesí de la sangre
a través
de los conductos del aire
y que la
vida continúa así
entre el
llanto de la memoria
y el
recuerdo tembloroso de su cuerpo
como si
el tiempo se hubiera muerto
y quedara
un invierno basto
junto al
fuego
pleno de
ayer y hoy
sin
tiempo
la brida
entre las manos
el flujo
de la sangre
entre los
gritos encerrados de los domingos
su
cuerpo, su calor demencial.