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LA CURVA DEL RÍO

Sigo la leve pendiente de mi ánimo,
pesado hoy, como hundido entre los palos y cascajos
del pronunciado meandro de un río.
Despierto abotargado, miro la corriente,
oigo el aburrido sino de un cuclillo
leo poemas de Szymborska,
miro el verde de los olmos.
El agua pasa calma,
sentado sobre la estrecha playa contemplo la tarde,
el atril, mi libro.
Mirar me alivia
—la corriente, las nubes
los palitos flotando en el río—,
restañan mi dolor, lo calman.
Pasa la tarde como un velero sin rumbo
que cruzara el cielo del crepúsculo
llenando sus velas de grillos.