El viento y su pequeño fragor de silencio
y la lluvia allá por encima del lienzo plateado
de mi sueño,
cosas que olvido y hoy recuerdo
con el agitar de las ramas, del viento.
Ah, aquellos días bajo el aguacero de las tormentas
el silicio de su risa sepultado
en la devastación de las grandes montañas
donde sólo el silenció reinará,
o cuando de la lluvia surgía un fragmento
de la música de Bach,
ah, el tiempo ido
apenas recobrado, deshilachado,
sueltos sus bucles
entregado a los vientos y las lluvias
banderas descoloridas de oraciones olvidadas,
un planeta que no existirá mañana
sepulto en la vanidad de todas las cosas,
en el efímero transcurrir de las pasiones.
Piar de pájaros, sí
en la quemazón del olvido
en ese presentimiento cada vez más sólido
de la vida extinguida,
vuelta a la nada.
Y sin embargo qué solido todo esto
que llega esta madrugada
a este cuerpo que transpira su silencio
su vasta claridad de finitud.