Fuego ardiendo en mis entrañas tu nombre
largos velos de la tarde
donde refugia su dolor la memoria
susurros y espasmos
donde lloran los pájaros
ocultando un sollozo
envueltas sus cabezas
en el tibio plumaje de sus alas.
Sin tiempo
de herrumbroso celaje
grito devorado en los ayes de la madrugada
manando tu cuerpo
lucha más allá de ti, de mí,
no más los ruidos de entonces
el vómito y las heces de un invierno,
sólo fragor silencioso
donde cada anochecer
monta su vivac bajo las estrellas
mi inquietud.