Cuando la memoria se desvista de amor
y la luz que fuiste,
magnífica pena en la oscuridad,
y quede
el agrio escozor de la prosa,
acaso el camino
bajo el sol implacable del mediodía.
Cuando rubia la luz cambie
y las bandadas de estorninos
que visiten las parras
allá por un lejano mes de septiembre
en que sin pena ni gloria
el tiempo será todavía más efímero.
Mujer que nunca existió
pero que mis manos sueñan
a través de otros cuerpos,
cuerpo al que acuden mis manos
cada tarde,
agua de lluvia
fluir constante.