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Aturdidora belleza 


Belleza aturdidora de ayer
asoma sobre mis letras,
rastro de espliego agitado lo despierta,
pura belleza espléndida
de un encuentro.
Está
cosa ésta mía de terciopelo
hermanados nosotros
de anhelos compartidos
temblor entre mis piernas,
como llama de invierno en el oscuro recinto de las cenizas,
estremecida belleza.

Entre la indolencia tibia de la memoria
sentirle despertar
acompañar mi recuerdo
niño de ojos curiosos asomando bajo las sábanas
mirando la semipenumbra
de las persianas echadas
el ruido leve de las cosas que hablan allá fuera
y se columpian
él y yo.
Le acaricio,
ligero estremecimiento adormecido
ambos miramos tras las rendijas de las persianas
moverse el mundo de fuera
él se alimenta de cuerpos bonitos
de paisajes que deja el viento
en los rizos de la arena
caderas rubias de recóndito pelaje
en el infinito reino de las dunas,
yo de viento,
de verle a él contento despertar adormecido
entre el perfume que la belleza dejó ayer
flotando polvo dorado sobre mis sentidos.

Pero después
repentino aleteo
despiertan los versos de ayer…
ahora de nuevo una yaga
despecho, dolor
rastro de oasis
agua brotando mansa,
como un milagro tener toda la vida entre las manos
la madre muerta
canto de pájaros
resistir la tentación de desechar las ventiscas
dolorosa voz dolorosamente plañendo.

Duros tus últimos versos, duros y amargos, oigo,
y la belleza y el dolor braman lastimosamente cogidos de la mano.

Arrugado ahora por el miedo,
temblando de congoja, se esconde
los versos doblaron su ánimo
las imágenes que éstas arrastran como vendaval
destruyen la apacible belleza que lo despertó.
Lo vuelvo a acariciar
pero se ha escondido en su rincón,
encogido en el marasmo de su nueva congoja
ojos inundados por una repentina tristeza se velan
cae recostado sobre mi pierna como herido de muerte,
muerto de pena.
Trato de decirle
también eso es…
amor,
pero no escucha,
sangra flácido con las piernas rotas, los huesos quebrados
no me toques, parece decir también él
conmovido por el rayo de mis versos.

¿Llegará la espléndida belleza…
pequeños gusanos blancos
hueco zumbador de moscas
carne desapareciendo,
envuelta en la pestilencia?
Enlosada emparedada realidad
belleza carcomida cercenada de gusanos
amor cercenado agusanado
ni siquiera disección, cadáver sobre el mármol blanco,
mármol frío él, sueño letal,
ni siquiera,
sólo carne pestilente devorada, ojos devorados.
Fútiles y estúpidas palabras: polvo eres…
Conglomerado de gusanos disputándose pezones,
sagrados rincones de engendrada belleza
cuerpo largamente amado
largamente preterido.

Le llamo, íntimamente, tristemente.
sabiendo qué es dolor,
vida, amor, muerte.
Muerte amor, amor muerte,
zumbido de gusanos comedores de cadáveres,
amor vida, esplendor pleno de las sustancias todas nuestras.
Estúpido infierno en manos estúpidas
imbéciles hacedores de infiernos, llantos, heridas purulentas,
necios fabricadores de infiernos
necia ella mísera cobardía
sembrando de calvarios lo que antes era deliciosa espera
necio yo, infantilmente ensoñado con mi cubo de arena
tratando de beber el infinito mar del anhelo en ella.

Necesito que despiertes,
despierta,
en nombre de la belleza, álzate
te necesito
te traeré unos ojos,
una vaharada de lugares comunes de tranquilo erotismo,
con la fuerza de mi imaginación levantaré el baluarte
desde donde gritar mi arrepentimiento.